Mi fuego quedó atrapado en el
frío de tus pestañas.
Tu mano rozó vergeles y
prefirió mi infierno.
Roja boca maltratada conoció el
deseo y volvió a vivir entre mis brazos.
Tu noche se enamoró de mi día y
comienzo a sospechar,
que por fuera eres de miel y
por dentro tienes fuego.
Duele de placer tu recuerdo
perturbador en mi alma
Ahora no hables, y calla, a
menos que puedas mejorar este silencio...
*
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